A 50 años de Dark Side of The Moon
En 1972, Pink Floyd se encontraba en un punto crucial de su historia. El lanzamiento de su álbum Meddle y la creación de la monumental canción “Echoes”, abrieron un nuevo panorama para la banda que seguía en busca de su propia identidad, luego de haber perdido a su líder y compositor, Syd Barrett, a causa de los excesos psicodélicos.
El bajista y letrista de facto, Roger Waters, quería escribir mensajes más directos, claros y precisos, alejados de los remolinos psicodélicos e intrincados sonidos misteriosos.
Por su parte el tecladista Rick Wright, el baterista Nick Mason, y el guitarrista y cantante David Gilmour estaban cansados de llegar al estudio sin una idea clara de lo que iban a hacer.
Experimentar tomaba mucho tiempo para concretar algo, lo cual provocaba mucho fastidio y que al final solo entregaran piezas sólo por cumplir con una fecha límite, sin que estas los convencieran.
Pink Floyd cambiaría su destino con un nuevo álbum, sin saber que con una historia de muerte, locura y desilusión, también cambiarían al mundo entero.
Cuando la banda finalmente hizo una pausa luego de una extensa gira por Norteamérica, Europa, Japón y Australia, se reunieron en el departamento de Nick Mason –en Londres– para decidir qué hacer con lo que tenían.
Roger Waters recuerda estar sentado en la cocina, mirando hacia el jardín contiguo, cuando expuso su idea para el concepto del nuevo álbum.
Todas las canciones estarían unidas una con la otra de forma continua, como si fuera una sola canción.
Temáticamente hablaría sobre las diferentes presiones, dificultades y cuestionamientos que provocan ansiedad en la vida moderna.
El estrés de las giras influyó directamente en los temas y el concepto del álbum. Las letras que Roger escribió trataban sobre el dinero, el tiempo, la inevitabilidad de la muerte, lo trivial de la vida cotidiana, la importancia de aprovechar el momento, la locura, los viajes, las elecciones que tomamos, la guerra y la violencia, entre otras cosas.
Por primera vez, el grupo acordó que se imprimieran las letras de las canciones en el álbum. La simplicidad con la que escribió Roger Waters tenía la intención de ser más directo en el mensaje, fuera de toda duda y que no hubiera lugar para interpretaciones equivocadas.
Como resultado, el álbum tiene un atractivo universal en el sentido de que enfrenta una serie de importantes preocupaciones psicológicas y emocionales, desde una perspectiva que se siente severa.
“Speak to Me/Breathe (in the Air)” nos describe el nacimiento y la infancia como el inicio de una “carrera hacia la tumba”.
“On the Run” (-ON DE RON-), utilizó un novedoso aparato en el estudio: el sintetizador Synthi AKS.
Este artefacto tenía integrado uno de los primeros secuenciadores de la historia, es decir, que era capaz de ordenar y grabar sonidos de forma secuencial, los cuales podían alterarse con diferentes controles.
Para el siguiente track, “Time”, el ingeniero Alan Parsons había grabado previamente sonidos de relojes, de todo tipo, en una tienda de antigüedades en Hampstead, con la intención de hacer una prueba con sonido cuadrafónico.
“Time” aborda el tema del envejecimiento y la conciencia de la muerte, que se acerca con cada día que pasa. Roger Waters estaba sumamente alarmado de darse cuenta que en un instante ya tenía 29 años, y que la vida no lo estaba preparando para la siguiente etapa, por lo que ahora debía tomar el control de su propio destino.
Para el siguiente tema, Rick Wright había compuesto una grandiosa secuencia de acordes en el órgano. En su etapa inicial, la canción era interrumpida a la mitad y se reproducían varias grabaciones ininteligibles de personas leyendo pasajes de la Biblia y astronautas en misiones de la NASA.
Sin embargo, Roger quería que la canción representara algo más sensible y amenazador: la contemplación de la muerte. Pensaron que sería una buena idea que una mujer cantara en el track.
Alan Parsons sugirió a la cantante Clare Torry. Ella se presentó en el estudio, escuchó la canción instrumental y después le pidieron que improvisara algo sobre ella.
Sin una guía clara sobre lo que necesitaban que hiciera, Clare comenzó a cantar algunas palabras, pero esto no era lo que buscaban, así que le dijeron que intentara cantar algunas notas largas.
Ella pensó que la única forma de llegar a donde el grupo quería, era imaginar que su voz era un instrumento.
Para lograr la emoción que quería, Roger le dio una instrucción clave: “piensa que estás en presencia de la muerte y la desesperación”.
Así quedó plasmado uno de los momentos más memorables de la historia de Pink Floyd y de la música contemporánea.
El siguiente tema tocaba al gran monstruo contemporáneo: el dinero.
Waters había creado algo interesante: un loop de sonidos de monedas, cajas registradoras, contadoras automáticas y papeles rasgados, que coincidía con el tiempo de 7/8 en el que había creado la canción.
Otro invitado en el álbum fue Dick Parry, viejo amigo de la banda de los días de Cambridge y un saxofonista extraordinario, quien plasmó un emblemático solo, justo antes de que la canción cambiara de compás a 4/4 y David Gilmour hiciera lo propio con la guitarra.
Para el siguiente número, Rick Wright rescató una vieja tonada olvidada.
Esta pieza, llamada “The Violent Sequence” fue escrita por Rick para el soundtrack de la película Zabriskie Point del director Michelangelo Antonioni. El director la rechazó, pues no era lo que quería usar de Pink Floyd, y decía que, aunque la melodía era muy bella, le hacía pensar en la iglesia.
El grupo retomó la canción y la pulieron para crear “Us and Them”.
Según palabras de Roger Waters, el primer verso de la letra trata sobre ir a la guerra; de cómo una vez estando en el frente de batalla, las personas no tienen muchas posibilidades de comunicarse de forma pacífica y razonable, porque alguien más ha decidido que no deberían hacerlo.
El segundo verso trata sobre las libertades civiles, el racismo y el color de la piel. Y el último verso trata sobre pasar frente a un vagabundo en la calle y no ayudarle.
En enero de 1973, había un gran espacio vacío que debía completarse, así que idearon 3 temas para crear un gran final.
El primero de ellos fue “Any Colour You Like”, formado sólo por dos acordes en los que Rick Wright hace un ambiente psicodélico, tras el cual David ejecuta un solo de guitarra complementario.
Al final, la canción se enlaza con “Brain Damage”, un tema totalmente inspirado por Syd Barrett. La hierba que se menciona en la letra, es el cuadrado entre el río Cam y la capilla del King’s College cuando eran estudiantes en Cambridge. Por supuesto, el lunático protagonista del track es Syd Barrett, insertado en la mente de Roger Waters.
“Brain Damage” echa un vistazo a la enfermedad mental, y muestra cómo la locura es relativa, pues en cualquier momento se puede sucumbir ante ella.
Y ahí es donde el cantante, invadido por una risa maniaca, nos invita a aceptar nuestro destino en caso de que perdamos la razón:
“Si tu cabeza también explota con oscuros presentimientos / Te veré en el lado oscuro de la luna”.
Aunque parezca sombrío, este enunciado en realidad es positivo. Roger Waters le habla al escucha con empatía. Sabe que tiene estos malos sentimientos e impulsos, porque él mismo los tiene también.
Finalmente, “Eclipse”, el último track, hace un recuento sobre la aleatoriedad de los acontecimientos cotidianos que al final resultan unidos como una revelación.
“Todo lo que es ahora y todo lo que se ha ido/Y todo lo que está por venir y todo bajo el sol está en sintonía”, aunque el sol a veces es eclipsado por la luna.
La sesión final en Abbey Road se llevó a cabo el 1 de febrero de 1973. Todas las pistas estaban mezcladas, pero necesitaban unirlas como esa pieza única que habían imaginado durante más de un año.
Finalmente, el grupo pudo sentarse y escuchar el trabajo completo, a un volumen descomunal. En ese instante los 4 miembros de Pink Floyd pudieron experimentar lo mismo que sentirían millones de personas cuando tuvieran en sus manos The Dark Side of the Moon.
Para el arte del disco, Storm Thorgerson presentó 10 portadas como posibles opciones, pero hubo una que de inmediato capturó la atención de los 4 integrantes de Pink Floyd.
Se trataba de un diseño inspirado por una fotografía que Storm encontró en un libro de texto de física: un prisma triangular de cristal sobre el cual está dirigido un rayo de luz blanca, la cual es esparcida del otro lado del espectro en luces de colores.
Cuando el grupo vio todas las opciones, el prisma fue la primera que les llamó la atención y todos dijeron al mismo tiempo: “esa es”.
Si en los 60 el álbum de la década fue el Sgt. Pepper’s de los Beatles, en los 70 el Sgt. Pepper’s de la década sin duda fue The Dark Side of the Moon.
Desde su lanzamiento en 1973 ha vendido 45 millones de copias en todo el mundo, convirtiéndose en el tercer álbum más vendido de todos los tiempos.
Ha permanecido durante 937 semanas (el equivalente a 18 años) en la lista de Billboard de los 200 álbumes más vendidos.
El disco ha sorteado todo tipo de nuevas corrientes y sucesos culturales como el punk, la música disco, el hip-hop, el grunge y el apogeo del pop.
The Dark Side of the Moon utiliza al Sol y a la Luna como símbolos: la luz y la oscuridad; lo bueno y lo malo; la fuerza de la vida en oposición a la crueldad de la muerte.
Es la voz de la empatía que nos abraza por el hombro y nos dice: “si estas cosas te preocupan, yo siento exactamente lo mismo”.
El hecho de que The Dark Side of the Moon y su temática siga resonando después de medio siglo de su lanzamiento, es una prueba irrefutable que, a pesar de los avances que hayamos podido tener como sociedad, en realidad hemos cambiado muy poco: seguimos siendo acosados por los mismos temores y presiones de los cuales escribió Roger Waters hace más de 50 años.